etapa de juventud
hasta 1960
Se trata de un período muy abierto al exterior, tanto por la influencia de corrientes exteriores, por una voluntad de contemporaneidad, como por la frecuentación de determinados círculos culturalmente muy activos en La Coruña de aquellos años: revista Atlántida, Peña Enrique, ACI etc.
En estos años, y hasta 1959-60, su obra presenta numerosas referencias y conexiones con diversas tendencias: figuraciones de inspiración picassiana, naturalezas muertas que nos remiten a Cézanne, obras abstractas fuertemente estructuradas y otras más inclinadas hacia el informalismo, acentos expresionistas… González Pascual respondía con entusiasmo a las corrientes innovadoras, pero no se limitaba a ensayar estilos sino que asimilaba vocabularios en busca ya de uno propio; en esta experimentación de las tendencias que le resultaban especialmente atractivas latía el deseo de encontrar un lenguaje personal y, de hecho, sus obras de este momento acusan una marcada personalidad y ponen de manifiesto ya una conciencia de la propia evolución como un transcurrir por diferentes etapas.
Así, en 1954 inaugura su primera exposición en la mítica galería Lino Pérez, y cuelga obras cubistas junto a otras más próximas al informalismo y el neoimpresionismo. Ahora bien, aunque la abstracción será sólo una estación de paso en su evolución, el hecho de que fueran éstas sus primeras obras de juventud, de haberse formado pictóricamente con las vanguardias, dejará su huella en etapas posteriores, y quizás siempre en la fuerte estructuración compositiva.
Se configura ahora su postura de rechazo frente a cualquier intento de encasillamiento, optando por la autenticidad, la originalidad y la idea de universalidad frente al conservadurismo burgués, la Galicia tópica y el entorno en general caduco y enrarecido del momento.
En 1960 presenta sucesivamente en La Coruña y Vigo una muestra en la que vemos ya a un pintor hecho, de vocación vanguardista, movido por un espíritu de renovación de la pintura que se venía haciendo hasta entonces. En Coruña, cuelga esta exposición en la Sala de la Asociación de Artistas, en la que presenta ya una obra hecha, personal, que marca el final de este período de juventud y el principio de una etapa plena de madurez, con obras tan significativas como “Montes de San Pedro”, “Frutas”, “Buceadores” o “Maternidad”. En ellas se muestran ya claramente algunas características que acompañarán toda su trayectoria posterior: afán de simplificación, con la consiguiente renuncia a toda anécdota; concepción plástica muy austera; composiciones equilibradas, sólidas; dominio del oficio: composición, perspectiva, color y toque; y esfuerzo por contener su temperamento apasionado dentro de un pathos grave y sereno. La pintura es gruesa y empastada, y la gama cromática anuncia la sobriedad y los tonos bajos de los próximos años.
Se trata de una exposición completa, seria y sorprendente, sobre la cual su amigo Urbano Lugrís, que había expuesto poco antes en la misma sala y que lo acompañó durante el tiempo que duró la exposición, escribió una bellísima crítica: “cuando un hombre, cuando un pintor es capaz de lograr estas casi increíbles, casi celestes, de renunciamiento y de ascesis, es que un grave destino llamó a su puerta, y él acudió a su llamada, y una como grave y hermosa música cruzó su dintel, y todos los árboles le conocían, y todos los silencios -las grandes y hondas, y creadoras, soledades del silencio- le reconocían y le saludaban entregándosele, porque era como un agua oscura y limpia guardando la luna no copiada, como un raro espejo sin envés.” (La Voz de Galicia, 27.11.60).
Por aquel entonces, muchos de sus otros compañeros de inquietudes habían marchado ya a Madrid o al extranjero. Pocos se quedaron, y los que lo hicieron no contaron con ningún tipo de apoyo institucional, ni siquiera con el estímulo de una sociedad receptiva. Fue más o menos a partir de este año de 1960 cuando inicia su camino en solitario, en dos sentidos: por la ausencia de muchos amigos y la falta de apoyos, y porque se cierra esta etapa inicial, claramente abierta al exterior, a la influencia de corrientes exteriores, y se inicia una evolución plenamente individual e independiente.